Os transcribo (en azul) unas reflexiones de un tal Castañón (promoción 69-74) en el foro de antiguos alumnos de la Uni de hace un par de años. Espero que no le moleste, pero me han impactado tánto que no he podido dejar de compartirlas con vosotros, y deseo que también os gusten.
Nunca me había planteado si existe o no el "espíritu laboral", y más en concreto el "espíritu Cheste". Yo me fui posteriormente a Gijón (5º y 6º de Bachiller) y Zamora (COU) donde coincidíamos muchos procedentes de Cheste, pero desde luego esas Laborales no han tenido en mi vida ni remotamente la influencia de Cheste.
En buena medida fuimos una especie de culminación del estado del bienestar franquista: los hijos (listos y aplicados) de los obreros y los que vivíamos en pequeños pueblos tuvimos y aprovechamos una oportunidad. Por otra parte, el Régimen se volcó en Cheste: aquí conocí el agua caliente corriente, el gimnasio, la flauta, el tiralíneas, aprendí a pelar las naranjas y los plátanos con cuchillo y tenedor, las rebabas del metal, a utilizar el papel taladrado para hacer dibujos en los azulejos de cerámica, aprendí a hacer ocho trozos perfectos con la mantequilla del desayuno (el que cortaba era el último en elegir), busqué Amomites y Trilobites, ... aprendí tántas cosas...
¡Cuánto he recibido de Cheste!. ¿A qué precio?. ¿Cambiaría mi preadolescencia si pudiera?. Qué difícil me resulta centrarme en algo concreto de Cheste, y qué difícil saber lo que debería considerar como un beneficio o como una pérdida. En Cheste dejé de ir a misa, ... comencé a fumar, ... me hice las primeras pajas, ... aprendí a realizar empalmes eléctricos,... disfruté la alegría y la ilusión compartida,... sufrí el odio y conocí la humillación, ... aprendí a vivir solo. Para mí Cheste es una tormenta de sentimientos desordenados, inseguros, casi oníricos, que mantengo cubierta por una capa impermeable en lo más hondo de mi cerebro. Pero la tormenta se escapa, ya no tanto como antes, y en ocasiones Cheste aún es el escenario en alguno de mis sueños (a mis 45 tacos). Los últimos contactos que tuve con compañeros de Cheste fueron en la Universidad de Salamanca (hace ya 25 años); inexplicablemente, la semana pasada busqué "Universidad Laboral de Cheste" en el Google, y descubrí que alguien había tenido la fortaleza (gracias infinitas coordinadores) de crear este grupo: he leído todo el Archivo de mensajes y noto que mis sentimientos sobre Cheste se apaciguan y comienzan a resultarme agradables: ¡yo era un niño, no sabía nada, tan pequeño y tuve capacidad para adaptarme, para relacionarme, para llegar al final!.
Por qué Cheste me sigue provocando emociones tan intensas?. ¿Por qué me ha marcado tanto?. El precio que yo pagué lo comentaré en otra ocasión, pero desde hace una semana descubrí que en Cheste se conserva algo mío, no se qué: ¡siempre he sentido la necesidad de volver a Cheste! ¡Recuperar algo que no puedo identificar!. Nunca lo he conseguido físicamente, pero estos días estoy volviendo, de otra manera, más libre, más tolerante, queriéndome más.
Son tantas las cosas que ocurrían en Cheste: los cuestionarios del cineclub, los vales para la peluquería, las 25 pesetas que sacábamos semanalmente del banco, los lapos desde las barandillas de las aulas y en las bajadas al comedor, las tardes jugando al Monopoly, al ping pong , la recogida de las bolsas con la ropa limpia, la igualdad, la necesidad de decidir, las fichas, las aulas dedicadas a una sola asignatura, las carpetas azules con cinta aislante de diferente color para cada clase, los folios en blanco sujetados con clips a la plantilla con líneas, los taladradores de folios y los aros de papel para reparar los agujeros, la biblioteca del aula ... ¿existiría algún sitio en este país con tal variedad de libros de texto?, la iniciativa individual para realizar las fichas, los cuadros sinópticos, el movimiento dentro del aula, fumar Celtas (exprimiendo la colilla hasta quemarse los dedos) en los lavabos durante los cambios de clase, ¿cuándo estudiábamos, había tiempo de estudio por la tarde?, la poesía de Machado y Miguel Hernández en los discos de Serrat. Algo que sin duda le debo a Cheste fue aprender a estudiar, a extraer la noción, ... y a aprobar con poco esfuerzo.
Bueno, habréis comprobado que no tiene desperdicio y que todo lo que dice nos identifica perfectamente. Es el texto que mejor explica lo que sentimos y por qué estamos haciendo todo ésto.
Pepe :-)
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