Ayer por la tarde me llamó Barbero para comunicarme que nuestra profesora de Matemáticas Maite Ruiz Peris falleció la semana pasada. Es una pena que no pueda compartir con nosotros la gran fiesta del reencuentro. Vaya desde aquí nuestro emocionado recuerdo y mi pequeño homenaje para una persona que significó tanto para aquellos más de doscientos niños, ahora hombres, que seguro no la olvidarán.
He elegido este poema de Marinero en tierra de Rafael Alberti porque habla de la voz que se apaga pero que seguirá escuchándose en nuestras memorias.
Por unos días nuestra bandera del Castaño ondeará a media asta.
Adiós Maite
Si mi voz muriera en tierra
llevadla al nivel del mar
y dejadla en la ribera.
Llevadla al nivel del mar
y nombradla capitana
de un blanco bajel de guerra.
¡Oh mi voz condecorada
con la insignia marinera:
sobre el corazón un ancla
y sobre el ancla una estrella
y sobre la estrella el viento
y sobre el viento la vela!
Rafael Alberti 1924
A ella le hubiera gustado, Alberti...
Hasta siempre.
Pepe :-)
5 comentarios:
Espero que la informática no me haga una jugarreta que impida que este comentario salga como anónimo.
Supongo que todos guardamos recuerdos de todos o casi todos los profesores. De Maite, en concreto, no tengo muchos pero supongo que es normal pues los profesores no pasaban tanto tiempo con nosotros como los tutores del colegio. Pero no por eso los que que guardo son menos importantes.
Un día, en clase, hablando de algo que no recuerdo, yo, con el ímpetu de un caballo andaluz, argumentaba de tal manera que parecía descartar las opiniones del resto de los compañeros.¡Joder!, la frase no fue larga ni me la gritó pero mirándome con serenidad me la espetó de tal forma que rápidamente paré como burro manchego. Desde entonces, y gracias a ti, Maite, empecé a considerar que los que me rodean también pueden llevar razón. Y cada vez que se repite esa situación te recuerdo y aminoro. No sé si en aquel tiempo en los proyectos curriculares aparecían los conocimientos transversales pero, ¡que leches!, con profesoras como tú, Maite, no era necesario. Los teníais en la sangre. También te recuerdo entre los que allí, después del 20-N, os esforzábais en inculcarnos, tarea difícil por nuestras cabezas, que nuestra libertad terminaba donde empezaba la del que teníamos al lado. Así pués, gracias a tí aprendimos matemáticas pero también aprendimos otras cosas más importantes. Allí dónde estés recibe mi abrazo, mi cariño y mi respeto.
Amigo anónimo, es un recuerdo realmente esclarecedor de la capacidad de absorción de conocimientos que teníamos a esas edades. Maite, aparte de ayudarte a ser mejor persona, a tí y a todos, también parece que ha contribuido a mostrarte la manera tan profunda y sentida de transmitir tus sentimientos que tan buen sabor de boca me ha dejado al leerla. Un abrazo
Un silencio vale más que mil palabras; no encuentro la manera de expresar mis sentimientos y manifestar todos mis recuerdos sobre Maite, La Señorira Maite, quien, en cierta manera supuso nuestra referencia maternal en una edad tan dificil para nosotros como aquella.
Giné Otegui.
Maite, si alguna vez he de recordar a mi profesor ideal, no lo dudes, ese profesor eres tú. Tu has sabido hacer de madre cuando la nuestra estaba lejos y has sabido hacernos entender otras muchas cosas de la vida, además de las matemáticas. Lamento mucho tu marcha y lamento no haber podido despedirme de ti pero, al menos, el sufrimiento que has padecido, no te lo llevas contigo, lo dejas entre nosotros.
Lanzo desde aquí mi propuesta anónima para hacerle un pequeño homenaje en algun momento de nuestra reunión.
Quiero sumarme a todos vosotros para expresar mi dolor aquí por la muerte de Dña. Maite.
Si de bien nacidos es ser bien agradecidos, vaya mi profunda gratitud a esa mujer que rompía moldes en aquella sociedad cambiante y esperanzada. Que nos facilitara los sábados lecturas de Asterx o de Mafalda, hoy es sólo un indicio de aquel inconformismo y aquella brega que la hacía fascinate. Su entrega a un alumnado tan deseoso de afecto como de conocimientos veo que no cayó en saco roto. Reciba como cosecha por cuanto sembró -que fue mucho en tres años de sementera- nuestro más sincero agradecimiento, y descanse en paz la que a nuestros ojos parecía incansable, la profesora de matemáticas que nunca nos hubiera enseñado a restar, la gran persona empequeñecida por su personalidad apabullante, aquella que no dudaba en sentarse en la tarima -como dice el compañero- para estar a nuestra altura. Amigo castaño, ahora te toca a ti elevar la vista para estar a la altura de ella. Elévala, y si eres creyente, como yo, ora, y si no lo eres, pero quieres ser, como yo también, el hortelano de la tierra que ocupa y estercola, acierta a ver en la noche de junio un encerado de aquellos, y,en el encerado, la que pudiera ser su última suma:
IN + OLVIDABLE = ETERNA
Acompañarnos unos a otros en este sentimiento que ahora nos toca es, en cualquier caso, clara voluntad de seguir siendo compañeros siempre.
Gracias por reencontraros.
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