sábado, 30 de agosto de 2008

DIARIO LANZA - 28/10/75

Santiago Rodríguez Correal me ha enviado este artículo que su padre escribió en el Diario Lanza de Ciudad Real y fue publicado el día 28 de octubre de 1.975, cuarenta días después de nuestra llegada a la Uni.

No tiene desperdicio, es otra de las joyas que van apareciendo de nuestra memoria colectiva. A mí me ha impresionado leerlo y ha conseguido transportarme, una vez más, treinta y tres años atrás. Me ha recordado cómo eran las visitas que recibíamos de nuestros padres y el aluvión de sentimientos que se nos venía encima cuando llegaban, y cuando nos dejaban el lunes muy temprano en la puerta y subíamos aquella cuesta mirando hacia atrás con la mirada borrosa y la respiración entrecortada.

Artículo de Félix Rodríguez, Diario Lanza de Ciudad Real,
28 de octubre de 1.975


Sólo como curiosidad: yo no recuerdo que hubiera niños vestidos de guardias regulando el tráfico, ni que pusieran multas. Y ¿quién era el "galleguiño" que conmovió a tus padres?.

Y la última curiosidad, ¿alguien puede ilustrarnos sobre los luctuosos sucesos que conmovían España aquellos días?. No sé si se referirá a la agitación social y política de los últimos días de la vida de Franco o a algún hecho más concreto.

Saludos castaños.

Pepe :-)

4 comentarios:

goyo dijo...

No se si seria Acevedo que tanto llamaba la atencion a todo los que lo veian tan pequeño.
Los del uniforme si es cierto, eran del tilo y controlaban el trafico, conozco uno del pueblo de al lado y el tutor que los dirigia era el actual Gerente del centro Alvaro Atienza.
Lo de las multas, no se si se pagarian.

Anónimo dijo...

Efectivamente, si había alumnos que regulaban el tráfico. Todo su uniforme era de blanco, desde las botas al casco.

Lucio

Anónimo dijo...

Cierto, existíamos los niños agentes de tráfico y poníamos multas a los coches cuyas matrículas apuntábamos en nuestras manoplas, también blancas. Nos colocábamos en la subida hacia docentes, a la altura de los aparcamientos situados por encima de la cafetería y allí indicábamos a los padres los sitios libres para aparcar. El que no nos obedecía, multa que te crió; o al menos esa ilusión nos reconfortaba el orgullo. En fin. Eso sí conducíamos karts y llegamos a escoltar, con ellos, a la fallera mayor infantil (hija de Adolfo Suárez) cuando nos visitó. Comí tanto aquel día, en el ágape al que fuimos invitados en cafetería, que al volver a sentarme en el kart, debidamente aparcado, ocurrieron dos cosas: se me rajó todo el pantalón por la culera y el kart se nego a arrancar.

Bene

Anónimo dijo...

Ah, muchas gracias Correal por la joya que nos has regalado.
Bene