viernes, 29 de octubre de 2010

Nos dejó el compañero Marcelino

Disculpad que interrumpa la serie de reportajes sobre el encuentro de Sevilla, pero uno comienza a tener conciencia de que se hace mayor cuando empiezan a desaparecer personajes que lo han acompañado gran parte de su camino. Y éste es el caso de Marcelino Camacho, todo un ejemplo a seguir en cuanto a COHERENCIA; sí, escribo coherencia con mayúsculas porque así fue con este gran hombre.

Tuve la fortuna de conocerlo y de compartir algunos momentos con él, y os diré que ha sido una de las personas que más me han impresionado por la fortaleza de sus convicciones que impregnaban todo lo que hacía y todo lo que decía.


Palencia, Sede de CC.OO. Viernes 30 de noviembre de 2.001

Ya no tanto porque fuera el fundador de mi Sindicato y represente un ideario que comparto, sino porque su sola presencia transmitía una fuerza impresionante que únicamente despertaba respeto y admiración en cuantos lo rodeaban, incluso aunque su orientación política fuera de distinto signo. También por su sencillez, esa cualidad que sólo tienen los grandes hombres a pesar de su presencia menuda y aparente fragilidad.

No quisiera terminar sin afirmar, sin temor a equivocarme, que Marcelino Camacho ha sido la persona que más ha contribuido a dignificar la posición de los trabajadores de este país.

Hace unos días, cuando se produjo el fallecimiento de Marcelino Camacho, le pedí a D. José que le dedicara unas palabras y aquí están, en azul como siempre:

Hola Pepe es lamentable mi falta de tiempo para atender a los amigos, e incluso para hablar de esos amigos que nos dejan, después de haber imprimido su huella, realmente indeleble, no sólo en el corazón o en las ideas de uno en concreto, sino de haber sido un gigante alumbrando un camino que muchos después hemos querido recorrer, eso sí, desbrozado y acondicionado por gente como él. Era realmete enternecedor su candor, su ilusión, su manera un poco naif de ver la vida. Cuando estábamos en cualquier reunión, por concurrida que fuera, se demoraba saludando a todos, cuando entraba en un salón por la parte de detrás, no era fácil que llegase pronto a la mesa de la presidencia en la que habitualmente se le esperaba, se paraba con todos los que daban al pasillo. Su voz parecía tronar cuando le salía del alma toda una vida de sueños y esperanzas, a veces hasta parecía engolarla para resaltar más aquello que quería transmitir. Pocas personas pueden presentar una tarjeta tan plena de aciertos, de honradez, de entrega, de lucha por los suyos. Pocas personas pueden decir con tanta verdad que han ayudado a cambiar el mundo. Que cometió errores, ¿y quién no?, pero la coherencia vivida con radicalidad y hasta el extremo es un ejemplo del que andamos ciertamente escasos, por eso Marcelino será siempre un faro, una referencia, un ejemplo, un compañero que ha caminado decididamente delante, con más riesgo que ninguno.

Gracias de nuevo.

Nos vemos, compañero, va por tí...

Pepe :-)

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